Merian CALAS Cono Sur

Plataforma para el Diálogo 2024 - Buenos Aires

Merian CALAS Cono Sur y Brasil
Merian CALAS Cono Sur
Illustration: CALAS

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Imágen: Merian CALAS

5. - 6.11.2024, Buenos Aires

El Centro de Estudios Latinoamericanos Avanzados (CALAS) organizó la Plataforma para el Diálogo “La escuela cómo espacio de/para lo común: Experiencias, políticas y desafíos por venir”. Esta actividad reflexiona sobre las grandes preguntas de CALAS sobre el desafío de “Afrontar las crisis: perspectivas transdisciplinarias desde América Latina”External link y forma parte del Laboratorio de Conocimiento: "IdentidadesExternal link estratégicas y crisis en América Latina. Procesos y tensionesExternal link".

El evento buscó orientar diálogos y reflexiones interdisciplinares y transnacionales en torno a las transformaciones y crisis de América Latina centrando la mirada sobre la escuela como un espacio de/para lo común. Para ello, se invitó a reflexionar sobre las actuales problemáticas y sus devenires. La escuela, inmiscuida en múltiples crisis, surge como objeto principal de disputa y obliga a preguntarse no solo por el estado de esas permanentes crisis, sino también por sus constantes reformas que pretenden dar solución a los problemas de una sociedad que no deja de aumentar sus niveles de violencia, exclusión, racismo, clasismo y odio hacia quienes detentan lo común.

Ante tal escenario, invitamos a ocuparnos de una cara muy particular y necesaria de lo común, no como un esencialismo sino como potencia colectiva en donde la escuela se inscribe como el lugar privilegiado en el que se ensayan formas de encuentro con los otros y con lo otro, consolidando historias, trayectorias y, sobre todo, identidades. La escuela, otrora un espacio y un proceso mediante el cual subvertir modos de relación dominantes y construir lazos alternativos de sociabilidad, ha perdido su fuerza integradora y constructora de lo común y la comunidad.

En este sentido, importa situar la pregunta política por el rol de la educación en relación con lo común o, más bien, por la posibilidad de hacer emerger lo común en tiempos de gerenciamiento donde la era del yo y la auto-responsabilización legitiman la racionalidad de una época centrada en el hiper individualismo, la hiperdiferenciación en un estado de permanente incertidumbre.

La escuela, anudada entre presagios tremendistas y de superación, se sostiene como el espacio propicio para el debate, surgimiento, configuración y reconfiguración de las identidades, donde la democracia, la equidad, la justicia, la inclusión, la armonía con el entorno y los diferentes modos de convivencia y relacionales de la vida; lo común, son posibles de ser pensados, deconstruidos y reconfigurados, casi cotidianamente, en un estado actual de cosas que se tambalea entre el sostenimiento del derecho a tener derechos y su absolución. Nos referimos, específicamente a las reactualizaciones de los discursos de odio y neoconservadores que se sucedieron en las últimas dos décadas y se intensifican a lo largo y ancho de América Latina, aumentando sus niveles de violencia sobre todo a través de las redes sociales de libre acceso. Ante este alarmante cuestionamiento, es central observar detenidamente lo que acontece en las redes y los espacios sociales en general, pero en particular de lo que ocurre a diario en la institución escuela donde el managerialismo y la autogestión se encarnan en las fibras más sensibles de las experiencias y prácticas que allí se despliegan.

Lo anterior importa en tanto la educación se conjuga como un derecho fundamental e inalienable de los seres humanos que continúa siendo cercenado para determinados sujetos y en determinados contextos. Dicha situación se materializa, entre otras instancias, en el tipo y calidad de las instituciones, en los aprendizajes, en las condiciones de participación, en las formas de operacionalizar la inclusión, en la mercantilización del saber, las prácticas de voucher, la privatización de espacios públicos, el recorte presupuestario destinado a sectores de educación, así como en la precarización del trabajo docente que promueve nuevas desigualdades al interceptarse con marcadores identitarios como raza, clase, género, etc.

Por todo lo anteriormente expuesto, entendemos que es justamente la escuela donde convergen, confluyen y circulan, casi como efecto rebote, espejo o más bien, como caja de resonancia, todo lo que acontece en la cotidianeidad social. Por ende, es allí donde es posible pensar y proponer una escuela democrática de/para lo común, con el objeto de plantear nuevos caminos para construir espacios de educación que transformen el saber, las relaciones de poder, los diferentes modos relacionales de la vida y las identidades en la línea del bien común.

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